La empresa, dedicada a la producción y comercialización de postres sin azúcar, gluten ni lactosa, ofrece un kit para micro distribuidores con una mínima inversión
“Tienes dos opciones: o dejas que la ola te caiga encima o te subes a ver dónde te lleva”
Ana Lucía Alonso, cofundadora y directora general de Vöet
“El mundo es de quien se adapta, no del más fuerte ni del más veloz”
Óscar Rosas, cofundador de Vöet
Por: Perla Oropeza
Un día Ana Lucía Alonso, doctora en biotecnología, amaneció sin empleo. Como muchos mexicanos, vio cómo se iba a pique la empresa para la que trabajaba, una fábrica de materiales e insumos para labores de investigación y diagnóstico.
Apenas un mes antes, su esposo, Óscar Rosas, había decidido dejar su empleo como profesor e investigador universitario en el área de modelos matemáticos, para consolidar el sueño emprendedor que habían construido juntos.
Era noviembre de 2019, cuando aún nadie imaginaba que se acercaba una pandemia.
Vöet, Bizcochería Virtuosa, se volvió entonces tarea de tiempo completo para esta pareja, que aprovechó sus conocimientos para crear pastelería saludable, dirigida a la población en general, pero principalmente para personas con necesidades alimenticias especiales como diabéticos e individuos con intolerancia al gluten o a la lactosa.
“En su elaboración no se utiliza azúcar ni gluten, tampoco harina ni lácteos, pero el resultado final posee un elevado contenido de fibra y una pequeña porción de fruta natural, lo que lo convierte en un producto artesanal, delicioso y saludable”, explica Alonso, quien es la directora general de la empresa.
La idea de este negocio fue de Lucía. Sus conocimientos como biotecnóloga y su propia intolerancia a los carbohidratos la motivaron a crear los postres. Su primer experimento lo realizó en 2017 y empezó a vender sus pastelitos entre conocidos y amigos.
Vöet tuvo un inicio accidentado, su primera inversión fue de 2,500 pesos, y cuando parecía que todo iba en ascenso, la pandemia detuvo todo de tajo. A estos empresarios les obligó a recomponer su camino. La microcafetería que habían acondicionado tuvo que cerrar debido a las restricciones sanitarias por COVID-19.
“Nos pusimos a aprender cómo vender en línea, a hacer marketing, a entender cuáles son las estrategias de ventas por internet. A nosotros nos quedaba claro que reiniciar una cafetería implicaba costos que no íbamos a poder cubrir y que el mundo estaba transformándose, entonces tienes dos opciones, o dejas que la ola te caiga encima o te subes a ver dónde te lleva. Empezamos a buscar enlaces, a contactar gente”, expone Lucía en entrevista con www.grandesempresas.mx.
Óscar acota: “si me permiten volver un poco a lo académico, ahí está Darwin diciéndonos que el mundo es de quien se adapta, no del más fuerte o del más veloz. Si las cosas cambian entonces tienes que adaptarte y tener un doctorado no nos vuelve tan especiales; hay temas que no conocemos, en los que somos completamente ignorantes y hay gente que sí sabe hacerlo. Tenemos que estudiar y aprender, no para volvernos los nuevos expertos, pero sí para saber de qué nos están hablando.”
Así llegaron a otra línea de negocio, con la que buscan compartir su modelo de operación y permitir que otras personas fabriquen y vendan los pastelitos. De acuerdo con Óscar Rosas, sólo es necesario contar con una licuadora y un horno de microondas y realizar una inversión de 2,500 pesos para adquirir un kit de moldes y mezcla en polvo.
“La idea, explica Ana Lucía Alonso, es que cualquier persona con un mínimo de capacitación, prácticamente nada, pueda reproducir la receta. Lo que ya tenemos como pastelería lo desarrollamos en mezclas de polvo, que permiten la preparación del pastel en tu casa en menos de cinco minutos. Quiero que cada persona que necesite este tipo de pastelería, tenga acceso a ella, pero además que permita a mucha gente tener un ingreso extra o alcanzar su libertad económica”.
Los distribuidores tienen un costo de producción de alrededor de 25 pesos por cada porción, que se vende al público en 35 pesos. “Cien pasteles los hace una sola persona en 4 a 5 horas y de ahí le sacas diez pesos a cada pastel”, dice la directora de la empresa.
El nombre de Vöet, comenta Ana Lucía Alonso, surge del autor de su libro de bioquímica de cabecera. “Me ha acompañado la mitad de mi vida, ahí están las rutas metabólicas y las estructuras moleculares que hacen entender qué pasa con lo que te comes”.
“Estamos programados para sentir ansiedad por el azúcar”, añade Lucía. “Tenemos una guerra constante entre lo que tu cuerpo necesita y tu cerebro ansía, y de lo que se trata con los diseños de las mezclas de Vöet es poder alcanzar un equilibrio entre ambas cosas”.
Los empresarios aseguran que sus pasteles y postrecitos no utilizan edulcorantes ni sabores artificiales. Contienen sólo el azúcar natural de la fruta con que se elabora. Además, se ha eliminado el gluten y la lactosa así como otros derivados de la leche y se ha enriquecido con fibra.
El objetivo, indican, es conseguir el menor índice glucémico, eliminando al máximo cualquier fuente de carbohidratos (azúcares y almidones).
Las características de los productos Vöet van dirigidas no sólo al muy amplio grupo de personas diagnosticadas como diabéticas, sino a las personas celiacas, intolerantes a la lactosa y las de estilo de vida fitness.
La empresa se ubica en la Ciudad de México y realiza ventas por Canasta Rosa, Mercado Libre y redes sociales con entrega a domicilio en la zona metropolitana y áreas conurbadas.
Para mayor información sobre su modelo de negocio visite https://www.facebook.com/bizcocheriavirtuosa o su página web https://www.voet.com.mx/.