La Cooperativa Agropecuaria Teocalli Tulyehualco trabaja este año en su expansión
Positiva, la inserción del amaranto en la Canasta Básica: Jaime Morales Olivos
Jaime Morales Olivos, director general de El Sabor del Amaranto.
POR PERLA OROPEZA
La creciente demanda del amaranto en México ha impulsado a empresas que trabajan en la siembra, transformación y comercialización de la semilla.
Ejemplo de ello es la Cooperativa Agropecuaria Teocalli Tulyehualco, que este año tiene entre sus planes incrementar su capacidad de producción con la adquisición de nueva maquinaria y mayor espacio para sus operaciones.
En la actualidad su fábrica, El Sabor del Amaranto, produce de 10 mil a 20 mil piezas al día y con la expansión podría llegar a 50 mil, aunque alcanzará una capacidad de 150 mil piezas, dice Jaime Morales Olivos, director general y uno de los socios de la cooperativa familiar.
Expone que en 2019 el sector recibió un “empujón” con la inserción del amaranto en la Canasta Básica de Alimentos mexicana, por lo que para este año esperan consolidar su crecimiento.
“Fue un gran avance; sin embargo, nuestro producto no es lo suficientemente reconocido, pues el consumo aún es muy bajo. En México es de casi un gramo per cápita. Hay lugares del país donde no lo consumen o ni siquiera lo conocen. Hay otras donde lo consumimos regularmente, pero haciendo el promedio es de casi un gramo. Bajísimo”.
Asegura que el impulso al consumo ha sido en gran parte gracias a la realización anual de la Feria de la Alegría y el Olivo en el pueblo de Santiago Tulyehualco, ubicado en Xochimilco, Ciudad de México.
“El consumo hasta antes de la feria era limitado a las zonas donde se cultivaba, como Tulyehualco y comunidades de Morelos, Puebla y el Estado de México, zonas muy pequeñas y restringidas del país. En la feria se han venido promocionando a nivel nacional, durante ya 49 años, las bondades de la semilla y esto ha permitido que haya más consumo, que haya más demanda del producto”.
Sin embargo, el año pasado fue difícil para los productores, debido a que la sequía colapsó los cultivos ubicados en la demarcación. Hubo mayor demanda, pero se achicó la oferta y ahora el problema es la falta de semilla.
“Los que estamos dentro de este giro creemos que falta el apoyo gubernamental para fomentar el cultivo en diferentes zonas de nuestro país, en diferentes estados para poder suministrar o abastecer la semilla que nos va a pedir la sociedad”, manifiesta el director del Sabor del Amaranto.
En Tulyehualco, explica, los terrenos son de temporal, “es zona cerril y es muy complicado subir el agua para poder tener riego en las parcelas. Estamos a la buena de dios. El año que pasó fue de sequía, muchos cultivos de nuestro cerro se colapsaron, no dieron el rendimiento que se esperaba y muchos cultivos también fueron declarados como pérdida”.
El Sabor del Amaranto, la fábrica de la cooperativa Teocalli, está a punto de cumplir 15 años de operación. Sus socios son herederos de varias generaciones de amaranteros. Sólo cuentan con una hectárea de sembradío en el cerro Teuhtli, por lo que para complementar su actividad rentan parcelas en zonas del estado de México y compran producto a campesinos de la región.
“Ya en este año posiblemente sembraremos diez hectáreas en el estado de México”, comenta Jaime Morales.
Los productores buscan que se fomente la siembra en zonas donde no se ha cultivado, sobre todo en el norte del país, Zacatecas o Durango. “Hablamos de sembrar de 300 a 500 hectáreas en cada estado.”
El amaranto, explica, es un cultivo muy resistente. Pide suelos arenosos y semiáridos. Tiene una gran adaptabilidad y puede ser sembrado a nivel de mar o hasta casi tres mil metros de altura.
Morales ve con optimismo el futuro de la empresa. “El crecimiento de la demanda nos permite asegurar y mejorar nuestras instalaciones para ofrecer un producto de calidad con la sanidad y la inocuidad que exige el mercado».
Recuerda que su padre vendía alegrías en parques y calles, y así lograba sostener su hogar. Aún conserva la caja de madera donde se colocaban las barritas para la venta y hoy, junto con toda su familia, rinde honor a ese legado.
En el camino, comenta, han enfrentado tropiezos, deudas y pérdidas económicas; también dificultades para ponerse de acuerdo entre los integrantes de la cooperativa, pero poco a poco las nuevas generaciones han logrado conformar una empresa que da trabajo directo a 20 personas y que invierte las utilidades en mejoras y mantenimiento, lo que garantiza la operación en por lo menos cinco años.
“Estamos arrastrando deudas por una inversión que hicimos en maquinaria; no es un problema desastroso pero el ejercicio económico del año anterior fue un poco bajo. Uno de nuestros clientes principales tenía sus propios problemas y nos arrastró, pero se está componiendo.”.
Cultivo milenario
Los productores de amaranto de la Ciudad de México constituyen un dique a la mancha urbana.
Este producto es reconocido como un importante complemento alimenticio por su alto contenido en proteínas (16 por ciento) y además por ser rico en lisina, aminoácido esencial en la nutrición humana, escaso en los cereales comunes.
El amaranto tiene además una importancia significativa para los pueblos originarios porque con sus semillas se hacían figuras de deidades.
Para la fiesta del Toxcatl, en mayo de cada año, la familia Morales Olivos ha elaborado durante 22 años la gran figura de amaranto con la que se representa a Huitzilopochtli.
El Toxcatl, explica Jaime Morales, era la fiesta más importante de todos los calendarios mexicas, en las que se hacía la petición de lluvias para lograr buenas cosechas. “Recordemos que en esa fiesta sucede la histórica matanza del Templo Mayor por parte de los invasores españoles”.
La figura de Huitzilopochtli se fabrica con ramas, varas y cuero para la estructura y el resto es amaranto, que se convierte en alimento de los «guerreros» que participan en la danza.