La pandemia trastoca al mundo del diseño, pero abre oportunidades para la innovación, el uso de materiales inteligentes y la filosofía del cero desperdicio, dice la diseñadora sinaloense.
Por Perla Oropeza
«Veo a México más preparado para enfrentar a monstruos como Zara, a estas grandes casas de producción, y veo diseñadores con una propuesta clara de comercio»
Jehsel Lau
La diseñadora sinaloense Jehsel Lau, que en los últimos diez años desarrolló su carrera en el epicentro de la alta moda mundial, está de regreso en México, lista para lanzar su nueva colección, experimentar con nuevos materiales y formar parte del grupo de diseñadores mexicanos que desde su país visten las vitrinas europeas.
Esta pandemia, dice en entrevista, “le ha dado un mensaje al mundo de que nada tiene que ser de prisa, que todo lo que vale la pena lleva su tiempo y eso abre la puerta a los diseñadores que, como yo, buscamos crear diseño responsable, de calidad, bajo el concepto de slow fashion”.
A ella, mientras tanto, la contingencia la ha encontrado en su mejor momento como creadora y empresaria. “He madurado y aprendido. Para mí es sin duda el punto de regreso a mi carrera, con todo su esplendor” dice Lau, quien en los últimos cuatro años se alejó un poco de los reflectores, cerró su Atelier en Milán y se mudó a Versalles, Francia, para dedicar el mayor tiempo posible a su primer hijo.
“Justamente en este periodo me he sentido más con el compromiso de generar un ‘Hecho en México’».
Bailarina desde los cuatro años de edad, fue precisamente la danza la que llevó a Jehsel Lau a convertirse en diseñadora. “Tenía la necesidad del vestuario y una vez dije: voy a estudiar eso para hacerlo yo misma porque nadie entiende mis ideas”.
Obtuvo una beca de diseño de vestuario en Arizona y al terminar se mudó a Italia, donde más adelante fundó su empresa y comenzó a producir prendas para bailarines. En 2014 fue finalista de “Elle México Diseña”, donde por primera vez tuvo contacto con la “moda fashionista”. Su última colección fue vista en 2016 en Alta Roma, en Italia.
La pandemia la puso de nuevo en su casa, en Culiacán, Sinaloa, desde donde habla de su nueva colección y reflexiona acerca de los cambios que ha traído esta contingencia al mundo, a la moda y su propia vida.
Se ve a sí misma como una artista que crea mientras juega con las telas, que no se queda estancada en una sola versión, y le gusta investigar nuevas técnicas, acabados y textiles.
Su nueva colección mantiene el modelo de producción uno a uno, slow fashion. “Tenemos una filosofía de cero desperdicio, de no producir algo que va a quedar en el almacén o luego se tiene que poner a un precio más bajo; la idea siempre es producir conforme se va pidiendo. Lo que ha cambiado con esta pandemia es que al ya tener un mercado más consciente se ha podido anticipar algunas piezas que no son completamente terminadas pero que se ajustan al cuerpo según la talla que se pida. Eso nos da posibilidad de responder con menos tiempo”.
Su producción es de máximo 20 réplicas por diseño, con la “ideología de una moda responsable sin el afán de saturar el mercado”.
―¿Qué viene después de la pandemia? ¿Cuáles son tus sueños?
―Seguramente tendré que viajar de regreso a Europa porque ahí está también mi casa. Pero con todo el tiempo que llevo aquí ya le encontré todo el amor a mi país y quiero quedarme. Mi sueño es ser siempre fiel a mi diseño y al mismo tiempo tener una empresa estable. Justamente en este periodo me he sentido más con el compromiso de generar un ‘Hecho en México’ que vista esas vitrinas a nivel internacional. Me siento ya con un compromiso de ser parte de estos diseñadores mexicanos que están haciendo un muy buen trabajo y ser uno de estos ejemplos donde no sólo se da el diseño sino también en un negocio rentable. Ya México en estos últimos años ha preparado la industria de la moda y estamos justo en el momento para lograr que las marcas mexicanas se impulsen más allá.
En Alta Roma pude presentar mi trabajo como diseñadora mexicana, ese era uno de mis sueños y lo viví. Ahora mi objetivo número uno es impulsar la industria aquí en México, desde mi lugar de nacimiento, desde Culiacán, sobre todo en el prêt-à-porter. De las pasarelas europeas vienen todas estas influencias que bajan a tiendas de producción masiva como Zara o Forever 21. Veo a México más preparado para enfrentar estos monstruos, estas grandes casas de producción, y veo diseñadores con una propuesta clara de comercio, lo cual ha sido una de las desventajas que siempre han tenido los diseñadores. Había diseñador pero no una parte de comercio junto con él. Ahora lo veo más conectado y por ello pienso que ya teniendo este modelo de negocio bien definido se puede competir de mejor forma a nivel internacional.
—La nueva colección está inspirada en tus ancestros chinos. Esa parte de tu biografía ¿qué ha significado para ti?
―Mi bisabuelo vino de China, seguimos teniendo familiares allá y desde pequeña tuve contacto con esa cultura. Creo que eso de algún modo está en mi equipaje de experiencias y se ve siempre reflejado. Con este periodo de resguardo, de estar en casa, de meditación, me dio esta furia de crear y empezó a darse esta colección de forma muy sencilla y natural con unos textiles que ya tenía. Fueron momentos de entender todo lo que te han dado las experiencias de generación en generación, que siempre son parte importante del porqué tomas decisiones en la vida.
―¿Cómo te ves en este momento como empresaria?
―Me veo mejor que antes. Espero no hablar muy anticipadamente, pero he madurado, he aprendido y esta pandemia le ha abierto un espacio a diseñadores como yo que buscamos. Desde el 2018, cuando nació mi hijo, me dediqué a atender clientas privadas, a quienes les realizaba su guardarropa bajo el modelo de slow fashion. No hay prototipo, toma su tiempo de calidad y es valorado precisamente por eso. Este modelo de negocio es muy indicado para un momento donde se reduce la producción global.
―¿Cuáles son tus planes para la siguiente colección?
―Hay algo en puerta que hemos venido trabajando desde abril. Una colección que se va a manejar un material especial que es resistente al cloro, esto con el afán de que la persona que invierta en la moda hoy en día obtenga una pieza que no sólo sea formal para ella, sino que le dé seguridad de que la pueda desinfectar si ese es su propósito, y que le vaya a durar más tiempo que una pieza normal, que normalmente no puede soportar el cloro.
Ya en 2016, en mi última colección al público que presenté en Alta Roma era de materiales inteligentes y ahora una tecnología aplicada que se llama Ecorepel, significa que no se le generan bacterias ni hongos en la superficie que no se genera grasa y también que son fáciles de lavar, que son waterproof, muy ligeras, cambian según la temperatura.
Son materiales muy caros, esa es una realidad, pero lo que sí se está logrando para esta colección es poder atender un mercado con un rango de compra de entre 1,200 a 2,500 pesos, para personas que puedan permitirse obtener una pieza de alto rendimiento y al mismo tiempo se vea oportuna para ir a trabajar o cumplir sus funciones del día al día.
―Tu nueva colección habla de introspección y resiliencia, ¿me puedes hablar más sobre ella, sus imágenes y colores?
―En esta colección me parece que surgió el color sinaloense; los colores brillantes son muy de mi tierra, como el azul, el rojo, un amarillo mostaza, lila o tinto. Son piezas muy lineales, minimalistas. Están hechas con la filosofía del cero desperdicio, llevan una especie de parches, que no suena muy glamoroso, pero básicamente significa que hay un pedazo que viene de otra tela, de otra colección. Son bien cuidados porque me gusta que el diseño se vea elegante. Esta técnica del slow fashion se está utilizando mucho, pero no me gusta abusar de ella.
Es minimalista por la idea de que la belleza se puede encontrar en la simplicidad o en lo genuino que tenemos como personas. Utilicé seda strech para mantenerme en costos que fueran más accesibles.
Jehsel Lau es originaria de Culiacán, Sinaloa y estudió Comercio Internacional en el Tecnológico de Monterrey. Ganó una beca para realizar una maestría en diseño de vestuario y tecnología en la Universidad de Arizona. También fue finalista en el Concurso de Diseño Elle México en 2013 y ganadora del Premio Downy Fashion. Tiene su propia marca ‘Jehsel Lau ® Outlier Fashion’, y es representante del slow-fashion, que busca la personalización y la innovación constante en la moda. Ha colaborado con compañías como Balletto di Roma y el Festival de Ópera Amazonas en Brasil. En 2014, recibió el premio “Sinaloa Ejemplar en el Mundo”