Luis Cruz, la música ancestral como forma de vida

Hoy es un espíritu libre. Lo recordamos por su labor en La Casa del Venado Azul, una pequeña gran empresa desde la cual contribuyó a la promoción y conservación de la herencia musical indígena. Les compartimos la entrevista que le hicimos en 2017.

Por: Perla Oropeza

Fotos: Perla Oropeza

Luis Cruz Martínez amó la música desde niño. Descubrir la magia que hace surgir sonidos y armonías fue para él motivo de vida.

Esta semana falleció en un accidente automovilístico. Hoy yace entre las flores del maguey y las piedras a las que arrancaba su canto. Quedan en su taller tambores, sonajas, flautas, ocarinas y teponaxtles. Todo eso con lo que realizaba un viaje constante por la ancestral cultura indígena.

La Casa del Venado Azul, en Mineral de Pozos, Guanajuato, fue el refugio de Cruz Martínez; hace casi tres décadas compró el terreno en ocho mil pesos, una propiedad que ahora bien podría costar más de un millón de pesos.

Ese sitio lo convirtió en fábrica, escuela y tienda de instrumentos musicales, lugar de hospedaje y sede de un temascal que lleva al visitante a un viaje por el vientre de la madre tierra.

Desde niño, Luis Cruz conoció el sonido de los tambores y la danza, pero tuvo la feliz coincidencia de encontrarse con Tribu, un grupo musical comprometido con la defensa de las tradiciones indígenas que llegó a Mineral de Pozos para ofrecer talleres de fabricación de instrumentos autóctonos, y que se convirtieron en sus maestros.

En 2017 visitamos su taller y ahí nos contó su historia. La de un apasionado por la música, la cultura precolombina y la tradición chichimeca de la región.

—¿Cómo surge el Venado Azul?

El Venado Azul nace en 1995. Desde niños estamos involucrados en la danza y los tambores, y después conociendo la construcción de los instrumentos nos dedicamos a eso. Nace como un pasatiempo, que ya después lo convertimos en un hábito, en una profesión, una forma de vivir. Yo me dedicaba a la construcción, aunque también duré unos años en Estados Unidos, fui migrante, y me tocó la suerte de trabajar en  una empresa que andaba por diferentes partes del mundo y fui conociendo un poco, en mis tiempos libres, sobre la música.

Hace 23 años me aventuré a quedarme en Pozos y demostrar que en México se puede vivir muy bien de lo que te gusta, echándole muchas ganas; en mi caso fueron los instrumentos, la idea era dedicarme a algo donde pudiera contribuir en la preservación o el enriquecimiento de la cultura mexicana y qué mejor que la música, la danza, los instrumentos estilo precolombino.

Mi primer instrumento fue un palo de lluvia y después de ahí los tambores, los teponaxtles , y ya después ir experimentando, fusionando las  culturas del mundo con la mexicana para ir creando instrumentos  que sonaran diferente también y siempre mencionando las raíces de cada una.

Yo soy originario de un ranchito que se llama El Toreador. Mis papás hacían un tamborcito. Luego llegó un grupo que se llama Tribu hace 35 años, ellos trajeron la escuela de la construcción de los instrumentos y enriquecieron ya todo lo que era la danza y tambores.

—¿Cuándo construyó su primer instrumento?

Mi primer instrumento fue un tamborcito, pero fue cuando era niño. Estamos hablando de hace unos 47 años. Tengo 53. Luego me tocó la suerte de que llega Tribu a Mineral de Pozos y es entonces cuando tomamos talleres para construir instrumentos. Después me fui a Estados Unidos y luego decidí quedarme en México, regresarme a los instrumentos.

Ya teníamos unos cuartitos aquí nomás y la idea era  probar que sí podíamos, así que todo ha sido paulatinamente, lo que ganamos lo invierto, pero ha sido de años.

—¿Esta casa es de su familia?

Hace como 25 años la compré y me costó en ese entonces 8 mil pesos el terreno. Algo así ahora pudiera costar como en un millón de pesos. Alguien que compró un terreno aquí hace 25 años es como quien metió dinero al banco a plazos con muy buenos réditos.

—¿Cuál es  el instrumento que más disfruta?

El que más disfruto es el huehuetl y la flauta. Aunque no puedo descartar a ninguno, los que me apasionan mucho son esos. Debe ser por el sonido, uno por  lo grave y lo agudo, y el otro por lo agudo y lo grave. Son los que me apasionan.

¿El más difícil de construir?

–No hay difíciles, es cuestión de tiempo , porque no son difíciles, ya sería el colmo a estas alturas.

—¿Cuántos instrumentos produce?

Nunca hemos tenido la curiosidad de contar, pero son muchos; ayer hice una flauta, mañana teponaztles, marimbas de piedra: la próxima semana tengo que diseñar para empezar a tallarlos.

—Está creando escuela

Nunca fue mi intención, pero sí me da gusto que los niños que vienen los fines de semana están haciendo algo, y las personas que en un inicio empezaron a trabajar conmigo ya saben hacer muchas cosas, es una escuela que se ha ido creando. Cuando vienen grupos de niños o turistas se les pone a hacer un tambor, un palo de lluvia, aquí les damos el material.

About Perla Oropeza

Licenciada en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM, comenzó labores en Notimex en los años 80. Ha sido correctora, redactora, reportera y colaboradora en diversos espacios periodísticos. En EL FINANCIERO trabajó en diversos proyectos, como la edición de Fin de Semana que duró 7 años. Fue editora de la agencia de noticias Finsat y El Financiero Bajío, en el cual intervino desde su planeación hasta el último número publicado, en septiembre de 2019. Desde 2012 dirige grandesempresas.mx, en línea con sus temas favoritos: Negocios, economía y turismo. Twitter: @Perla_O