Programadores e ingenieros. México tiene el talento, sólo tenemos que ponerlo al alcance de las empresas.
En la región ubicada en la frontera entre Jalisco, Michoacán y Guanajuato alrededor de nueve institutos tecnológicos gradúan de 350 a 380 ingenieros al año.
Sin embargo, para muchos de esos jóvenes el futuro no tendrá nada que ver con su profesión porque en sus comunidades no hay dónde aplicar sus conocimientos.
El talento ahí está, sólo se necesita pulirlo y canalizarlo a proyectos concretos, considera David Castillo Herrera, fundador y CEO de Xolvex, una empresa que busca crear una red de profesionales en tecnología de la información y comunicación (TIC) que ofrezca sus servicios a pequeñas y medianas empresas (Pymes).
“Una gran cantidad de chavos que estudiaron ingeniería en sistemas en el tecnológico, se graduaron y regresaron a trabajar en la vinatería familiar, en la tiendita o en la fondita, y lo que buscamos es capacitarlos para que puedan trabajar con las pequeñas y medianas empresas”.
Y es que, explica, hay Pymes que requieren mejorar sus procesos tecnológicos para alcanzar mayor competitividad, pero no pueden pagar a un experto de tiempo completo.
Xolvex contrata, prepara y evalúa a los profesionales TIC, cuyos servicios se ofrecen en una plataforma digital.
No se trata, aclara Castillo Herrera, de una compañía outsourcing. “Los jóvenes forman parte de nuestro equipo; nosotros tenemos project managers que levantan los requerimientos de los clientes y que con los ingenieros definen el alcance del proyecto. En los jóvenes invertimos de tres a seis meses de capacitación y ellos pueden trabajar desde su casa”.
Asegura que -dependiendo de su habilidad- un joven de su equipo puede tener ingresos de entre 15 mil y 22 mil pesos. “Tenemos un muchacho en un pueblito que se llama Jamay , que está cerca de La Barca, Jalisco, que gana 18 mil al mes y trabaja desde su casa”.
Entre los proyectos que han desarrollado, destacan uno de inteligencia de negocios enfocado a la paquetería, un mapa localizador y aplicaciones móviles, aunque también desarrollan páginas web y todo tipo de servicios relacionados con el mundo digital.
Por lo pronto, “ya tenemos los muchachos y la experiencia de la región, pero una vez que tengamos muy robusto el modelo queremos permitirle a cualquier chavo de cualquier parte que entre a la plataforma, se capacite, cualifique y aplique a trabajos de los clientes, no importa dónde esté ni si tiene la licenciatura. Si tiene internet y sabe programar, entra y puede buscar trabajo”.
Para David Castillo, quien en su debut empresarial con Inbright logró tener entre sus clientes a Dow Chemical, el panorama hoy en día para los “fabricantes” de empresas es “complicado”, pero “un buen emprendedor siempre encuentra oportunidades en la adversidad, incluso en el peor escenario, y nosotros no habríamos vislumbrado esa oportunidad tan clara si no viéramos la necesidad de las Pymes de ser más competitivas por todos estos cambios a nivel global.
«Un emprendedor es justo eso, el que piensa en algo nuevo. Si estás pensando en lo mismo eres empresario. Para emprender necesitas identificar esos puntos de quiebre y explotarlos”.
Considera que «Xolvex tiene mucho que dar socialmente. Para los chavos no es sencillo trabajar en las regiones, y estos muchachos no traen chip como un citadino. En los pueblos el abuelo era ganadero, el papá puso vinatería y hubo dinero para que el hijo estudiara.
«También hay mucho el tema de valoración, no se creen que puedan llegar a trabajar en una gran empresa, porque sienten que no tienen las habilidades y por eso nosotros hacemos mucho coaching con los muchachos.
«Una vez que sabes programar, ya no importa en qué programa o lenguaje, si el chavo es listo y tiene facultades de aprendizaje, lo puedes encaminar y en dos o tres meses está programando aplicaciones”.
Vocación Emprendedora
David Castillo inició hace ocho años su aventura emprendedora, en un camino que no ha estado libre de tropiezos. “He tronado como con cinco empresas”, admite. Pero esos fracasos le permitieron también aprender a “levantar cabeza”.
Egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), empezó, como muchos ingenieros que saben programar, “haciendo páginas web, aplicaciones móviles y soluciones”.
Luego se convertiría en el startupero de moda con Inbright, una desarrolladora de drones para la agricultura, a la que Dow Chemical le compró un sistema para fenotipado de maíz e irrumpió en Silicon Valley de la mano de un programa para emprendedores de Google.
En 2017 el estado de Jalisco lanzó un programa de aceleración de startups llamado Baleros, en el que Castillo participó con la empresa Cardinal Technologies, dedicada a drones para el área educativa, que hoy en día busca vender.
“La valuación está en 250 mil dólares, está barata, la estoy rematando; tiene ventas todavía y yo he vivido de eso dos años, pero hoy mi objetivo es enfocarme en Xolvex”.