Se diluyen las nuevas tendencias que se avizoraban durante la pandemia, y regresa con fuerza el turismo de masas de sol y playa.
En medio de nuevas oleadas de COVID-19, los turistas ya perdieron el miedo a los destinos de turismo masivo de sol y playa, y los consideran incluso lugares seguros.
De acuerdo con un estudio realizado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), aunque en los momentos de recuperación tras las olas iniciales se hablaba de un cambio de hábitos y preferencias en el sector turístico —como una mayor tendencia al turismo de naturaleza o a visitar destinos rurales—, actualmente hay un importante número de turistas que, a largo plazo, siguen confiando en lugares tradicionales de turismo de masas de sol y playa.
«Una importante mayoría de turistas no asocian viajar a estos lugares con una mayor cantidad de gente con tener un mayor riesgo de contraer la enfermedad”, dice Francesc González, profesor de los Estudios de Economía y Empresa, y miembro del grupo NOUTUR (Nuevas Perspectivas en Turismo y Ocio) de la UOC
Si bien es cierto que en un primer momento las caídas en las cifras de turismo supusieron pérdidas millonarias para el sector, actualmente se aleja esa creencia de que el turismo de masas «vaya a desaparecer».
Las previsiones para el verano de 2022 confirman una tendencia continuista de este tipo de turismo de masas.
El estudio realizado por la UOC identifica tres perfiles de turista: el preocupado, que manifiesta querer cambiar su modo de vida tras la pandemia y, por lo tanto, su forma de viajar. El pragmático, que es sensible al riesgo pero que sólo cambia su comportamiento temporalmente. Y finalmente, el escéptico, que no quiere cambiar ni el comportamiento ni sus hábitos de viaje, no muestra aversión al riesgo y manifiesta la voluntad de seguir desplazándose a lugares de turismo de masas.
A los expertos que realizaron el estudio les sorprendió el hecho de que no exista una relación directa entre las personas que se han visto afectadas personalmente por la enfermedad o han tenido contactos estrechos y el cambio de comportamiento como turistas o en la manera de vivir, indicó González.
«Las personas han tenido diferentes reacciones en relación con su comportamiento como turistas. Unas han presentado señales de querer cambiar sus hábitos de consumo y su manera de hacer turismo, mientras que otras no lo han hecho o solo lo han hecho muy superficialmente», añadió.