Los clavados, desde el acantilado de más de 40 metros de altura, son un espectáculo único.
El espectáculo de los clavados de La Quebrada, en Acapulco, es una tradición que ya cumple 88 años y es considerada Patrimonio Cultural del Estado de Guerrero.
Pero La Quebrada tiene su propia historia. De acuerdo con información de la Secretaría de Turismo guerrerense, este acantilado surgió en 1799, luego de que se decidiera dinamitar una parte del cerro para permitir el paso del aire al centro de la ciudad y evitar así que la población siguiera muriendo de cólera y escorbuto por los intensos calores que padecían.
La idea, propuesta por el doctor de la Corona española, Francisco Javier Balmis, era hacer un canal llamado “Abra (bahía) de San Nicolás”. Sin embargo, este proyecto quedó inconcluso y las obras paralizadas por la falta de recursos económicos.
Un nuevo intento comenzó en 1876, cuando el coronel José María Lopetegui retomó las obras para abrir una brecha que sirviera de ventilación para el puerto.
Otra vez, el propósito se “quebró”, por falta de dinero, y por esta razón el nombre “La Quebrada” se popularizó y así se le conoció a la obra fallida.
Más adelante, el sitio se convirtió en plataforma para realizar verdaderas hazañas. Los clavadistas se lanzan al aire desde más de 40 metros de altura a una velocidad aproximada de 90 kilómetros por hora.
En 1934 se conformó la Asociación de Clavadistas Profesionales de La Quebrada, que actualmente cuenta 70 integrantes.
Uno de los clavadistas que más ha destacado a lo largo de la historia, es Raúl “Chupetas” García, quien se especializó en clavados de altura y fue unos de los principales promotores de Acapulco en el extranjero, además de que ostenta el Récord Guinness por 35 mil clavados de altura realizados.
En tanto, en 2006, Iris Álvarez, de 12 años de edad, obtuvo otro Récord Guinness como la clavadista más joven en haberse lanzado de La Quebrada desde una altura de 18 metros.