Al sur de la frontera, al oeste del sol, de Haruki Murakami, es una historia de amor: un juego de espejos donde la ruta ya está marcada. Quizá no sea el más sorprendente libro del escritor japonés, pero tiene la característica de albergar lo que podríamos llamar lecciones de negocios.
Hajime, el protagonista de la historia, se convierte en empresario con ayuda de su rico suegro, que parece sacado del libro Padre rico, padre pobre, de Kiyosaki, y que le da la siguiente advertencia:
“Todas las cosas tienen su secreto. Puedes trabajar cien años en una empresa y no lograr nada. Para triunfar, hace falta tener suerte e inteligencia. Eso por descontado. Pero no basta. Si no tienes el capital necesario, no hay nada que hacer. Pero más importante todavía es conocer el secreto, llamémosle así. Si no lo conoces, aunque reúnas todo lo demás, no vas a ninguna parte.”
“El ‘secreto’ del que hablaba (este personaje) era el sistema que él había creado. Un sólido y complejo sistema para captar información útil, desplegar una red de contactos, invertir y obtener beneficios. Beneficios que, a veces, se multiplicarían eludiendo hábilmente las leyes o el sistema de impuestos, o cambiando de nombre, de forma.”
Hajime aprovecha, por supuesto, muchas de las enseñanzas de su protector, pero también toma decisiones que le permiten convertirse en dueño de un exitoso jazz-bar. Aquí sus lecciones:
- Lo obvio (aunque no todo mundo lo entienda): Todo negocio requiere de “una considerable inversión de esfuerzo, tiempo y capital”.
- Si encuentras alguien con talento, trátalo bien para que no se vaya. Págale un buen sueldo. Al barman… «le pago un sueldo muy alto. Tanto que los demás se quedarían sorprendidos si lo supieran. Eso lo mantengo en secreto. La razón por la que le pago únicamente a él un salario tan alto es porque tiene un talento especial para hacer los cocteles. Tal vez la mayoría de la gente no lo sepa, pero no todo el mundo puede servir buenos cocteles… Aunque ponga exactamente el mismo licor y agite la coctelera el mismo tiempo, el sabor es distinto. Vete a saber por qué. Es talento, sin más. Como en el arte. Existe una línea, hay quien puede cruzarla y hay quien no. Por eso, si encuentras alguien con talento, trátalo bien para que no se vaya.»
- Imagina lo que quiere el cliente y créalo o garantiza que lo obtenga. “En cuanto tengo un momento, dejo correr la imaginación. ‘Si fuera un cliente…’, pienso. ‘Si yo fuera un cliente, ¿con quién tomaría? ¿Qué tomaría? Si fuera un soltero de veintitantos años y tuviera que salir con una chica, ¿adónde la llevaría?’ Imagino cada una de esas variables, una a una, con todo detalle. Pienso en mil cosas concretas. ¿De cuánto dinero dispongo? ¿Dónde vivo? ¿A qué hora tengo que regresar? Y de la suma de todas estas ideas, la imagen del local se va perfilando….¿Y por qué crees que, noche tras noche, tanta gente se gasta tanto dinero viniendo a tomar una copa aquí? Pues porque todo el mundo, en mayor o menor medida, busca un lugar imaginario. Y la gente viene aquí para ver un jardín fantástico creado de forma exquisita que parece flotar en el aire y para verse a sí misma incluida dentro de esta escena.”
- No te quedes estancado. Cuando llegue el momento de cambiar, ¡hazlo! “Había llegado la hora de cambiar la decoración y de revisar el sistema de gestión. Los locales tienen periodos de continuidad y periodos de cambios. Igual que las personas. Cualquier cosa, si sigue igual indefinidamente, va perdiendo energía. Desde hacía tiempo, sentía que había llegado la hora de las reformas. Un jardín de ensueño jamás debe cansar a la gente… En primer lugar, opté por reformar el bar de arriba abajo. Tenía que convertirlo en un local mucho más funcional, así que, en aras de la funcionalidad, sustituí algunas instalaciones poco prácticas y reformé aquellas partes que habían sido concebidas primando los criterios estéticos. Había llegado la hora de revisar el sistema de audio y el aire acondicionado. También el menú pedía a gritos grandes cambios. Primero hablé con cada uno de los empleados, sondeé su opinión y elaboré una lista exhasustiva de lo que había que renovar y cómo. Resultó una lista muy larga. Expliqué detalladamente a los diseñadores la imagen concreta que del nuevo bar tenía en mi cabeza y les hice trazar los planos. Luego añadí unos detalles que se me habían ocurrido y les pedí que rehicieran los planos. Repetí la operación infinitas veces. Estudié cada uno de los materiales, pedí presupuestos a los constructores y ajusté la calidad y el precio. Tardé tres semanas en encontrar las jaboneras de los lavabos. Durante tres semanas recorrí todas las tiendas de Tokio buscando la jabonera que soñaba.”
Necesito saber, como ordenar mi pequeño negocio, gracias