Es directora de la revista de mayor circulación en el mundo de habla hispana, con un tiraje bimestral de más de 300 mil ejemplares y siete millones de lectores por edición. Comanda un equipo de seis colaboradores directos y más de cien ilustradores, fotógrafos y periodistas free lancers de diferentes países.
Ana Cristina Reymundo vive en Miami, un paraíso donde ha encontrado un clima que le resulta familiar. Aunque nacida en la ciudad de México, vivió sus primeros nueve años en Acapulco. Su padre, clavadista de la Quebrada, le heredó no sólo el valor ante los retos, sino el amor inquebrantable por su tierra de origen.
American Airlines es su centro de operaciones y desde 1999 está al frente de Nexos.
“Se eligió ese nombre porque funciona tanto en español como en inglés y portugués; la misión y la visión detrás de la revista es hacer conexiones, nexos, entre la empresa y sus pasajeros frecuentes, con el fin de establecer de esa manera una relación más profunda; se buscó que fuera no sólo un escaparate para el espíritu emprendedor latinoamericano, con nuestros talentos, lugares y cultura, sino del mundo entero, pero desde una perspectiva latinoamericana. Es decir, una revista para latinos, por latinos y sobre latinos.
“Cada año tenemos alrededor de 42.6 millones de lectores de 33 países, gracias a la red y distribución de American Airlines. No hay otra revista en el mundo que esté escrita en español que tenga más lectores y es la única panamericana que está escrita en español y portugués.”
A partir del primer trimestre del próximo año, lanzarán además el nuevo diseño de su portal en Internet, donde también estarán disponibles los artículos en inglés, además del español y el portugués.
Ventaja, ser mujer
Para Reymundo, ser mujer siempre ha sido y será una ventaja. “La mujer que no sepa eso necesita saberlo, nunca puede ser una desventaja ser mujer, a menos que la mujer misma como individuo así lo piense.
“Yo no puedo permitir que alguien más defina por mí cuales son mis ventajas, eso es entregar mi poder auténtico: el poder de mi propia decisión y todo lo que yo puedo contribuir como mujer, como latina.
“La discriminación, así sea de género o de raza, o de religión o de nacionalidad, siempre es un acto de complicidad: una persona puede ser prejuiciosa y hasta odiar a alguien por el simple hecho de que forma parte de un grupo, pero para que yo me sienta discriminada tengo que estar dispuesta a recibir ese odio y eso es algo que yo rehúso.”
El dominio de los idiomas –hasta ahora siete– ha sido su principal pasaporte al mundo que realmente disfruta: el de la comunicación: “Siempre he sido una persona que le gusta comunicar, contar cuentos, historias, narrar cosas, escribir, soy comunicadora, me gusta hacerlo por escrito y también verbalmente, son cosas que me apasionan.”
Cada verano, dice, su padre llevaba a la familia entera a Acapulco, por carretera, desde Fort Worth, Texas. “Yo le escribía poemas a las montañas de México desde muy chica, desde los nueve años.”
Entonces, comenta, “estoy haciendo es justo lo que quiero hacer, pero también quiero seguir avanzando y una de las cosas que hago muy a menudo es dar charlas, ya sea en universidades o grupos comunitarios; son cosas que forman parte de mi trabajo y American Airlines me apoya en eso”.
Perfil
Llegó a Dallas, Estados Unidos, a los nueve años. Su meta era convertirse en intérprete de las Naciones Unidas y a los 19 años ya hablaba español, inglés, francés y alemán. El matrimonio la hizo cambiar de planes. Su esposo era iraní y la boda coincidió con la rebelión de los ayatollas, por lo que él, al igual que otros estudiantes de Irán con visas caducas, fue detenido por las autoridades estadounidenses.
Ana Cristina interrumpió sus estudios y se dedicó a aprender farzi, así como la cultura del país asiático, convencida de que a ése sería su próximo lugar de residencia.
“Pero no fue así, después de un tiempo de investigaciones lo dejaron salir y le concedieron la ciudadanía americana y aquí nos quedamos. Estudié entonces enfermería y trabajé durante muchos años con personas con Sida, hasta que un día me cansé emocionalmente, llegó un momento en que todos los miembros del grupo con el cual yo había empezado a trabajar, un grupo de autoayuda espiritual y emocional, habían muerto, y decidí que debía tomar distancia.”
Así fue como llegó a American Airlines, donde ya trabajaba su hermana. “Yo pensé que sólo iba a estar ahí un par de años, pues era un trabajo muy sencillo en el departamento de servicio al consumidor, contestando llamadas.”
Sin embargo, luego de observar que la infraestructura de la empresa era insuficiente para atender a los pasajeros latinos, se involucró muy pronto en otra tarea: la formación de una red de empleados, llamada Latin Employed Resource Group (LERG), que brindara asesoría a AA para dar atención al cliente de la región.
“De ahí nace la idea de hacer una revista en español y en portugués para los pasajeros latinoamericanos. Una publicación que acaba de llegar a su decimosegundo aniversario.”
Con la LERG ha trabajado con otros grupos de empleados, formados por musulmanes, cristianos, judíos, familiares de las fuerzas armadas, la generación X (los empleados de 30 a 35 años que serán los nuevos líderes de la empresa)
“Al reunirnos no sólo conocemos más de nosotros mismos, sino que servimos como asesores culturales a la empresa y los ayudamos a desarrollar las rutas hacia nuestros países de origen. Por ejemplo, el grupo cristiano de Miami está trabajando con las iglesias, que realizan convenciones anuales de miles de personas cada año, para que ese negocio lo pueda tener American Airlines; hacemos relaciones, así que no es nada más una función cultural, sino que también tiene su razón de ser de negocio.»
Ser madre de dos hijos ha sido un desafío, pero no lo suficiente como para no adoptar en la práctica a dos niños más, a los que crió como si fueran suyos.
“De todo lo que he hecho nada será más importante que haber podido servir como la persona que ha guiado como madre a estos muchachos que ahora ya son hombres. No puede existir un halago más importante que guiar a las siguientes generaciones , no es necesario que toda mujer sea mamá, pero sí es necesario que cada persona tome responsabilidad de enseñar algo a la generación que le sigue y apreciar y respetar a la generación que vino antes y aprender de ella. Es el ciclo de la vida.”
Además, es autora de Celia, mi vida, un libro biográfico de Celia Cruz, que escribió a petición de la artista, a la que conoció por su trabajo en Nexos.