La inseguridad y los altos precios del oro han puesto en peligro la producción artesanal de joyería, y con ello, cientos de familias dedicadas a esta actividad han visto reducidos sus ingresos.
Oro de Monte Albán es una joyería originaria de Oaxaca que está buscando rescatar esta herencia de más de cuatro generaciones, y da empleo a 50 familias de la entidad, manteniendo el toque humano en sus producciones.
Actualmente, la joyería artesanal ha sido muy golpeada por los precios volátiles de los metales. En décadas pasadas, 90 por ciento de la producción era de oro y sólo 10 por ciento plata, mientras que ahora ésta se ha invertido, con 80 por ciento plata y 20 por ciento oro.
Es por ello que los artesanos están trabajando en crear colecciones que cumplen con estrictas normas de calidad, donde se combinan los metales y las piedras finas con otro tipo de materiales, como la madera y el cuero.
También están apostando por el diseño, fusionando elementos modernos con la joyería prehispánica tradicional de las culturas mixteca y zapoteca.
Alberto Rojas, impulsor del Centro de Preservación, Enseñanza, Diseño, Difusión e Investigación de la Joyería Oaxaqueña (Cepredijo) y director general de Oro de Monte Albán, comentó que la orfebrería nacional necesita de inversionistas con una visión de largo plazo y que valoren esta actividad.
Es por ello que ha creado un modelo de negocio rentable y competitivo, “más económico que un establecimiento de venta de yogurt”, y con el respaldo que da a la inversión el valor del oro y la plata.
La cuota inicial de franquicia para abrir una joyería es de 20 mil dólares, sin cobro de regalías, y con un inventario donde 30 por ciento de las piezas son de oro, y 70 por ciento de plata.
Actualmente Oro de Monte Albán tiene presencia, además de Oaxaca, en ciudades como Guadalajara y San Miguel de Allende, y abrió su primera franquicia en Mahahual, en la Riviera Maya.