La asociación civil Xuajin Me Phaa
demuestra el poder del minifundio indígena
Perla Oropeza
Se les conoce como tlapanecos, pero ellos se nombran Me Phaa, que significa hombre sin cuerpo, es decir, hombre espiritual, libre. Viven en la montaña de Guerrero, una de las zonas con mayor pobreza del país, pero han encontrado en el rescate del minifundio indígena y la producción orgánica una forma de recuperar no sólo a la economía local, sino a sus raíces.
Organizados en la Cooperativa Agrícola Numa Gama Sli Yu Me Phaa, que significa “gracias a dios por el poder y la fuerza de los pueblos Me Phaa”, 467 productores logran al año una cosecha de seis toneladas de jamaica, además de otros productos como miel y frijol.
Margarita Muciño, coordinadora general de la asociación civil Xuajin Me Phaa, organización que agrupa a mil 50 familias y de la que surgió la cooperativa, comenta en entrevista que cada parcela o minufundio indígena consta de hortalizas, árboles frutales, forestales y la siembra anual, y abarca una extensión promedio de una y media a dos hectáreas por socio. “No hay un límite, a veces tienen tres o sólo una. Ahora tenemos aproximadamente 800 hectáreas en proceso de recuperación orgánica.”
Su producto estrella es la jamaica, seguido de la miel orgánica, frijol, frutales, yerbas medicinales como té limón, prodigiosa y yerbabuena, e incluso en menor proporción pinturas naturales. Con las frutas preparan mermeladas de maracuyá, jamaica, piña, papaya, melón, mamey y guanábana.
En la actualidad la cooperativa agrícola está constituida por 467 socios orgánicos certificados –que tuvieron que cubrir un proceso de tres años para lograrlo—y hay 593 que están en proceso de obtener su certificación.
Muciño relata que el programa empezó en 2002, luego de que la Misión Claretiana de la montaña de Guerrero hizo una visita a Chiapas y conoció el trabajo de producción orgánica que realizaba el Centro de Agroecología San Francisco de Asís. “Yo trabajaba en ese entonces en Chiapas y me invitaron a implementar el mismo programa de recuperación realizado allá.”
Y es que, señala, en la zona de la Montaña de Guerrero se observaba una “degradación terrible de la zona boscosa”, tanto por la explotación excesiva como por el efecto dañino del pastoreo y la conversión de zonas forestales en terrenos agrícolas.
El trabajo de la asociación civil dio sus frutos con la constitución en 2004 de la cooperativa Numa Gama Sli Yu Me Phaa, creada para impulsar el desarrollo económico sustentable de la región de la Montaña a través de la construcción de pequeños proyectos productivos.
La cultura organizativa de los pueblos indígenas ha sido una aliada. Cada comunidad designa a sus representantes y éstos a su vez están en permanente consulta con sus representados. “La asamblea de cada puebla opina sobre los trabajos, la dirección –-para dónde vamos, qué hacemos, cómo lo hacemos-– y esto ayuda mucho a disolver conflictos y conciliar, porque se discute dentro de la comunidad.”
El trabajo de la asociación se centra en 11 comunidades de Acatepec y cuatro de Ayutla de los Libres. “Se busca recuperar el minifundio, porque significa precisamente rescatar la cultura indígena y eso no nada más se hace en Guerrero, sino en Oaxaca, Chiapas y Tabasco. Diversas organizaciones tenemos la misma línea.»
Hay que contrarrestar los efectos de la introducción de agroquímicos, insecticidas y herbicidas, y “recuperar las zonas boscosas, porque si no hay bosque no hay agua y sin ésta no hay producción”.
Al principio del proyecto se contó con el apoyo de la Secretaría de Desarrollo Social, pero desde 2010 se recibe el respaldo de fundación Walmart. La Comision Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indigenas también ha puesto su parte, pues el año pasado ayudó en la plantación de cinco viveros.
Sin embargo, y luego de diversas reuniones, en 2010 se les abrieron las puertas en Fundación Walmart. Desde entonces le han vendido cada año a la cadena comercial un millón 200 mil pesos de jamaica, miel y frijol 100 por ciento naturales libres de químicos.
“Esto nos ha hecho crecer inmensamente, el cambio en la vida de las comunidades ha sido radical. Los jóvenes ya no se ven obligados a emigrar. Los compañeros Me Phaa, de los cuales sólo 10 por ciento habla el español, han aprendido a utilizar computadoras y programas de software. Tenemos un centro de capacitación y formación de los pueblos en Ayutla de los Libres y ahí mismo se instaló la bodega y una empresita de transformación en la que trabajan hijos de los socios.”
Además en cada comunidad hay una pequeña bodega de diez por cinco metros cuadrados. La idea es que en las comunidades se pudiera aprovechar la fuerza de trabajo para empacar el producto, agregarle valor, pero para ello es necesario generar la infraestructura adecuada.
La producción anual es de seis toneladas de jamaica, diez toneladas de miel y seis toneladas de frijol, un producto que hasta hace muy poco sólo era para el autoconsumo.
Cada socio gana cada año cuatro mil 500 o cinco mil pesos al año por la producción de jamaica, pero la comercialización de otros productos les permite tener ingresos de forma permanente.
Hay que tomar en cuenta que un minifundio en la montaña es muy difícil de trabajar, son pendientes de 45 grados y que para una extensión de tres hectáreas se necesita el trabajo de una familia numerosa, de hasta ocho o nueve miembros.
Para Margarita Muciño, lo que sigue es fortalecer este modelo de trabajo y agregarle valor. “Con el apoyo de Walmart vamos a contratar gente que nos ayude a generar nuevos productos, bajo los tres principios que tenemos. El primer principio es respetar a la madre tierra , el segundo respetar a la familia, al productor, que no se deteriore, que no se contamine, y el tercero, que el consumidor reciba en su mesa productos de excelente calidad.
“La Fundación Walmart nos reintegra el 100 por ciento de las utilidades y esto nos ha permitido fortalecer a las familias , a la producción y por otro lado dar a conocer nuestros productos, y eso es algo que los compañeros aprecian mucho.”